No todo es
mar lo que esconde el azul de tus ojos, no hay puerto al que regresar a la
orilla de tu boca. El carmín de tus labios es del rojo de mi derrota.
Soy aquel pirata
que paga la condena de navegar en altamar sin rumbo, sin luna ni estrellas por
las que guiarme, y es que te has dado la
vuelta, has torcido la mirada y la brisa no te alcanza a dar mis añoranzas.
Ya no se ni
a donde regresar ni de donde partir, ya no tengo mar, se te ha dado por escapar.
Ahora tu
reflejo en el agua me pierde, no me sirve de brújula, y es que nadie navega
siguiendo fantasmas, ¿quién ha dicho que los muertos aman?
Vaya, nunca le había
temido tanto al azul.