domingo, 26 de octubre de 2008

[lluvia y humo]

Sus ojos negros me gritaban en silencio: no me dejes ir
Pero el viento me desconcentraba aliándose con el sonido del tren en marcha
En cada parada sentía como el tiempo me golpeaba
No me dejaba alejarme de mi realidad, como si de soledad se tratara
Inoportuno beso, beso dulce por la musa que me lo regalaba
Pero agrio por el sentido de su cruel significado
Era momento de marchar, de desbaratar esos sueños creados en un segundo
Nació el silencio de la nada
Su reflejo se evaporo en el instante que las puertas del vagón cerraron
Y ahí estaba yo, en medio de tanta gente, más sin embargo solo
Solo como esa estrella que nadie mira y que parpadea en busca de auxilio en alguna mirada perdida en la inmensidad. Que ingenua busca en el cielo respuestas a sus males, males de amores, amores malos, amores que matan.
Escuche un alma llorar… quejándose hacia el alba por lo que le pasa
Confuso mire a mi alrededor para saber si era solo objeto de mi imaginación, pero no, dentro de toda la muchedumbre solo podía escucharla yo
Era como el llanto casi insonoro de aquel pequeño gato de a calle que llama a su madre
Desconfiado pero intrigado se saber de donde proviene tal lamento me dispuse a seguir su rastro por calles, avenidas, parques… toda la jungla de cemento que me negaba el paso no podía con mi ímpetu
A medida que me acercaba a ella el olor a lluvia con humo aumentaba hasta llegar justo a un edificio abandonado con ventanas rotas y lleno de telarañas que daban a conocer su antigüedad y desde cuando estaba desabitado
El llanto provenía de lo mas alto y el olor a lluvia y humo era asfixiante
Tembloroso de lo irreal y lo incierto de todo lo que acontecía y que me podía encontrar decidí subír. Utilice las escaleras, ya que bastante tenía con mi cuerpo como para enjaularme en 4 paredes
Los efectos de mi mundano vicio al tabaco ya hacían muestra de su efecto, pese a todo conseguí subir hasta donde terminaban las escaleras
Y ahí se encontraba ella… sentada con sus piernas apoyadas en la frente y con un vestido blanco con pequeños lazos rojos que lo hacían ver mas hermoso
Su rostro era puro y con unas cuantas pecas por sus pómulos, semejándose a una diminuta constelación en su cara
Sus lágrimas no se confundían con la lluvia, eran de un transparente brillante y con puntos pequeños de sangre que casi ni se apreciaban
Sin siquiera mirarme me dijo: - Te esperaba.
No salio palabra alguna de mi boca, solo me senté apoyando mi espalda con la suya
Llore, llore como de cuando niño lloras sin motivo aparente pero duele
Mis lágrimas no se confundían con la lluvia, eran de un transparente brillante y con puntos pequeños que casi ni se apreciaban
Así era el desamor, una lagrima brillante con pequeños puntos de sangre y así se
escuchaba como el llanto casi insonoro de un gato en busca de su madre
Le pregunte el por que… y volteándose lentamente poso su cara frente la mía en tal punto que podía ver mis ojos en los suyos llorar
Me dijo: - Soy el amor que buscabas, el que siempre querías, el que te desvelaba cada noche buscando auxilio en botellas de cristal
- te busque; le replique
- No me buscaste, dijo. Buscabas lo que tu soledad y tu rutina necesitaban para tomar un respiro, un espejismo de tus necesidades, pero nada más
Y ahí me quede, bajo la lluvia con ella, dejando que las gotas golpearan nuestros cuerpos como si limpiaran nuestros recuerdos y nuestro pasado, como si nos preparan para lo que el siempre confuso y poco predicable destino nos designe.

viernes, 17 de octubre de 2008

[...]

Y si te dijera que me pesa el alma solo de recordar cada vértebra de tu espalda, cada centímetro que existe entre tu ombligo y tu boca
Ahogarme en el tormentoso mar de tus pechos y despertarme triunfador al mismo tiempo, por vencer al tiempo con la lanza fustigante de tu tacto
Me duele el pensamiento, me cansa la realidad y me cuesta respirar tu sombra
Anestésiame diosa terrenal y deja que vuelva la esencia que me engloba
Que mi arte bastardo y mal pagado siga siendo prosa
Que mis noches dejen de ser rojas por el vino y los llantos de las hojas que pálidas eg insípidas me miran por la ventana, esperando una sonrisa, una mirada que les devuelva el néctar que las haga brotar y florecer
Mas tu tardanza las castiga, dejando un paraje vinotinto por donde paso
Regalame un fin, un culmen o por lo menos una prorroga
Acaba ésta monstruosa criatura que creaste, criatura perturbada por la brisa que me azota sin vergüenza ni tregua, como si me dijera mil y una vez que moriré de pena
Y no es que me muera, es el saber si te encontrare en la otra acera.